Pitágoras declaraba que la enfermedad mental era el resultado de un desorden armónico o musical en el alma humana, concediendo a la música el poder de restablecer la armonía perdída.
La musicoterapia es el manejo de la música y sus elementos musicales
(sonido, ritmo, melodía y armonía) realizada por un musicoterapeuta
cualificado con un paciente o grupo, es un proceso creado para
facilitar, promover la comunicación, las relaciones, el aprendizaje, el
movimiento, la expresión, la organización y otros objetivos terapéuticos
relevantes, para así satisfacer las necesidades físicas, emocionales,
mentales, sociales y cognitivas.
Dentro del marco general de la musicoterapia existen muchas tendencias, escuelas y direcciones de aplicación.
Existe por ejemplo, la musicoterapia ambiental, encargada de diseñar
espacios sonoros amables, acogedores y tranquilizantes en salas
hospitalarias y lugares de concentración pública.
Existe la MIT (Terapia de Entonación Melódica), desarrollada en el
hospital de veteranos de Boston, importante centro de investigación
neuropsicológica, para ayudar a recuperar el habla a enfermos que por
causas diferentes (tumorales, circulatorias), la han perdido.
A nivel de estimulación psicomotriz temprana y dentro de los
programas educativos regulares y especiales, se utiliza ampliamente la
musicoterapia como facilitadora del aprendizaje e inductora de la
coordinación.
Hay una clase de musicoterapia más sutil, que utiliza tonos puros,
frecuencias particulares que hacen parte de un código específico de
información que estimula puntos o zonas del cuerpo físico o del campo
energético humano para equilibrar funciones orgánicas o psicológicas
concretas.
Efectos de la música en la conducta
Tiempo: los tiempos lentos, entre 60 y 80 pulsos por minuto,
suscita impresiones de dignidad, de calma, de sentimentalismo,
serenidad, ternura y tristeza. Los tiempos rápidos de 100 a 150 pulsos
por minuto, suscitan impresiones alegres, excitantes y vigorosas.
Ritmo: los ritmos lentos inducen a la paz y a la serenidad, y
los rápidos suelen producir la activación motora y la necesidad de
exteriorizar sentimientos, aunque también pueden provocar situaciones de
estrés.
Armonía: Se da al sonar varios sonidos a la vez. A todo el
conjunto se le llama acorde. Los acordes consonantes están asociados al
equilibrio, el reposo y la alegría. Los acordes disonantes se asocian a
la inquietud, el deseo, la preocupación y la agitación.
Tonalidad: los modos mayores suelen ser alegres, vivos y
graciosos, provocando la extroversión de los individuos. Los modos
menores presentan unas connotaciones diferentes en su expresión e
influencia. Evocan el intimismo, la melancolía y el sentimentalismo,
favoreciendo la introversión del individuo.
La altura: las notas agudas actúan frecuentemente sobre el
sistema nervioso provocando una actitud de alerta y aumento de los
reflejos. También ayudan a despertarnos o sacarnos de un estado de
cansancio. El oído es sensible a las notas muy agudas, de forma que si
son muy intensas y prolongadas pueden dañarlo e incluso provocar el
descontrol del sistema nervioso. Los sonidos graves suelen producir
efectos sombríos, una visión pesimista o una tranquilidad extrema.
La intensidad: es uno de los elementos de la música que
influyen en el comportamiento. Así, un sonido o música tranquilizante
puede irritar si el volumen es mayor que lo que la persona puede
soportar.
La instrumentación: los instrumentos de cuerda suelen evocar
el sentimiento por su sonoridad expresiva y penetrante. Mientras los
instrumentos de viento destacan por su poder alegre y vivo, dando a las
composiciones un carácter brillante, solemne, majestuoso. Los
instrumentos de percusión se caracterizan por su poder rítmico,
liberador y que incita a la acción y el movimiento.